domingo, 1 de marzo de 2015

Liderazgo para un Mundo Interconectado. forbes.com por Greg Satell








La primera selección de Mark Zuckerberg para su club de lectura, fue un libro del autor, Moisés Naím, "El Fin del Poder". El libro, como el CEO de Facebook, dijo, "explora cómo el mundo está cambiando para proporcionar a las personas más poder, que tradicionalmente estaba sólo en manos de los grandes gobiernos, militares y otras organizaciones."

Esto también sería una muy buena descripción de Facebook. Hemos visto los medios sociales inclinar la balanza en todo, desde las campañas políticas hasta las revoluciones que volcaron dictaduras poderosas. Así que, en ese sentido, la elección de Zuckerberg podría parecer de intereses propios.

Aun así, el título es un nombre inapropiado. Naím no argumenta que el poder ha dejado de existir o incluso que los individuos tienen necesariamente más del mismo. Su punto central, que repite varias veces a lo largo del libro, es que "el poder es más fácil ganarlo, pero más difícil de usarlo o mantenerlo." Ese es un asunto completamente diferente y no apunta al final de la energía, sino a un cambio en su naturaleza.

Las Semillas del Cambio

El argumento de Naím es a la vez amplio y complejo. Señala que la revolución industrial trajo consigo un aumento masivo de escala que dio lugar a problemas de organización. Poderosas burocracias surgieron para afrontar los nuevos retos y los que están en la parte superior de las jerarquías institucionales ganaron alcance e influencia sin precedentes.

Ahora, sin embargo, Naím ve tres tendencias que están arrancando de raíz las influencia que ejercen las instituciones:

La Revolución del Mas: Hoy en día, estamos en medio de una reducción histórica de la pobreza y, como Naím señala: "Cuando las personas son más numerosas y viven una vida más plena, se vuelven más difíciles de controlar."

La Revolución de la Movilidad: Las personas no son sólo más rico, sino que también se están movilizando más. Estamos viendo una migración sin precedentes, tanto entre los países como dentro de ellos, exponiendo a la gente a nuevas ideas y nuevas relaciones, disminuyendo aún más el poder de las instituciones.

La Revolución de la Mentalidad: El aumento de los niveles de vida y los resultados de movilidad expandidas crea una propensión creciente a cuestionar el statu quo.

Mientras yo no cuestiono los hechos de Naím (que meticulosamente documenta cada punto), yo cuestiono su interpretación de ellos. Un erudito escribiendo hace un siglo también habría observado aumentos en los niveles de vida y la movilidad, con un cambio correspondiente en el espíritu de la época que contribuye al aumento en las instituciones, en lugar de en su disminución.

Lo que realmente cambia no es  el poder, sino el acceso al mismo.

De La Economía de Recursos a la Economía de Acceso

La revolución industrial dio lugar efectivamente a cambios de poder masivos. Sin embargo, en ese momento, los cambios en la tecnología permitieron a las instituciones crear poder para proyectar. Innovaciones como la máquina de vapor y el telégrafo hicieron posible que los gobiernos y las empresas pudieran coordinar sus recursos en una escala masiva.

Sin embargo, ahora la diferencia es que los recursos más importantes no se componen de átomos, sino de bits. Una persona de medios moderados puede tener una idea en la mañana, crear un sitio web para ello, establecer la financiación a través de crowdfunding y promoverlo en los medios sociales para la hora del almuerzo. Para ello no requiere autorización o aprobación de un portero, sólo una conexión a Internet.

Así que lo que realmente cambia es que ya no es necesario el control de un recurso para aprovecharlo. Además, aunque las raíces de este cambio son digitales, ahora estamos viendo tendencias similares en otros recursos también. Usted puede tener acceso a la fabricación, el talento o incluso una educación Ivy League sin tener que ir a través de un agente de crédito o un departamento de admisiones.

Este es el paso de una economía de recursos a una economía de acceso que ha dado como resultado el surgimiento de lo que Naím llama "micropoderes", que puedan ejercer influencia no por lo que son o lo que poseen, sino por lo que representan y por su capacidad de conectarse.

De Nodos a Redes

Así que aquí vemos el cambio fundamental. En épocas anteriores, los líderes ejercían influencia a través de un control centralizado de los recursos. Hoy, sin embargo, el poder está en las redes, no en los nodos. Un pequeño grupo de entusiastas apasionados se puede conectar a otros que son de mentalidad parecida, que a su vez pueden reclutar a otros más a la causa.

Es esta combinación de grupos pequeños, conexiones sueltas y el contexto compartido que da lugar al efecto micropoderes de los que Naím habla. Cuando relativamente pequeños actores sincronizan sus acciones a través de las redes, pueden reunir recursos mucho mayores que cualquier organización, empresa o gobierno. Así es como ocurre la interrupción.

Al mismo tiempo, los líderes y las burocracias jerárquicas menudo se ven obstaculizadas por la inercia que viene con la propiedad y control de los recursos. Consideremos el caso de Blockbuster. Su liderazgo reconoció la amenaza que trajo Netflix, pero la compañía se vio obstaculizada por las redes de tiendas físicas, sistemas internos y franquiciados que hicieron difícil el cambio.

La Nueva Cara del Poder

Claramente, el poder no ha terminado. Si eso era cierto, su inclusión en la lista de libros de Mark Zuckerberg no daría lugar a una oleada de ventas, ni tampoco su empresa tendrá acceso a más de mil millones de personas. Sin embargo, lo que ha cambiado es el papel de los líderes, cómo llegar al poder y cómo lo manejan.

Tomemos el caso del reciente conflicto en Ucrania. Si bien la Guerra Fría duró casi medio siglo, Barack Obama fue capaz de destruir la economía rusa en cuestión de meses, no invadiendo, pero aislándolo. Hambrientos de acceso a las redes globales de finanzas, manufactura y tecnología, el poder de Rusia fue grandemente disminuido (aunque su agresividad ha aumentado).

Sin embargo, los líderes deben tener cuidado de no sobrepasarse o corren el riesgo de marginarse. Mark Zuckerberg, por su parte, debe atender las preocupaciones sobre la privacidad de los usuarios de Facebook o sufrir el riesgo de perder su influencia sobre ellos. Al mismo tiempo, Barack Obama ha sido reticente a tomar medidas, tales como la prohibición de SWIFT, que podrían debilitar sus redes de influencia.

Así, mientras que podemos discrepar con diversos aspectos de la narrativa de Naím, su mensaje básico suena a verdad. El camino hacia el poder ya no reside en el mando de los recursos, sino en inspirar a otros a unirse a su causa. El poder ya no reside en la parte superior de las jerarquías, pero sí en el centro de las redes.

Eso hace que el poder sea más fácil de conseguir, pero más difícil de usar o mantener. Líderes, tomen nota.


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