“Describe a los derrotados, le pidió un mercader cuando vio que el Compañero había acabado de hablar.”
“Y él respondió:
Los derrotados son aquellos que no fracasan.
La derrota nos hace perder una batalla o una
guerra. El fracaso no nos deja luchar.
La
derrota llega cuando no conseguimos algo que deseamos mucho. El fracaso no
nos permite soñar. Su lema es: «No anheles nada y nunca sufrirás.»
La
derrota termina cuando volvemos de nuevo al combate. El fracaso no tiene un
final: es una elección vital.
La
derrota es para aquellos que, a pesar del miedo, viven con entusiasmo y fe.
La
derrota es para los valientes. Sólo ellos pueden tener el honor de perder y
la alegría de ganar.
No
estoy aquí para decir que la derrota forma parte de la vida; eso todos lo
sabemos. Sólo los derrotados conocen el Amor. Porque es en el reino del
Amor donde libramos nuestros primeros combates. Y generalmente perdemos.
Estoy
aquí para deciros que hay personas a las que nadie ha derrotado.
Son
aquellas que nunca han luchado.
Consiguieron
evitar las cicatrices, las humillaciones, el desamparo y los momentos en
los que los guerreros dudan de la existencia de Dios.”
“Esas
personas pueden decir con orgullo: «Nunca he perdido una batalla.» Sin embargo,
nunca podrán decir: «He ganado una batalla.»
Pero
eso no les interesa. Viven en un universo en el que creen que nadie logrará
alcanzarlas, cierran los ojos a las injusticias y al sufrimiento, se
sienten seguras porque no necesitan afrontar los desafíos diarios de los
que se arriesgan a ir más allá de sus propios límites.
Nunca
han escuchado un «Adiós». Tampoco un «Ya estoy de vuelta. Abrázame con el
sabor del que me había perdido y ha vuelto a encontrarme».
Los
que nunca han sido derrotados parecen alegres y superiores, dueños de una
verdad por la que no han movido ni un dedo. Están siempre al lado del más
fuerte. Son como hienas, que sólo comen los restos que el león desprecia.
Enseñan
a sus hijos: «No os involucréis en conflictos, saldréis perdiendo. Guardad
vuestras dudas para vosotros mismos y nunca tendréis problemas. Si alguien
os agrede, no os sintáis ofendidos ni os rebajéis respondiendo al ataque.
Hay otras cosas de las que preocuparse en la vida.»
En
el silencio de la noche, afrontan sus batallas imaginarias: los sueños no
realizados, las injusticias que fingieron no sufrir, los momentos de
cobardía que consiguieron disfrazar ante todos —menos ante sí mismos—, y el
amor que con un brillo en los ojos se cruzó en su camino, un amor que les
estaba destinado por la mano de Dios y que, sin embargo, no tuvieron el
coraje de abordar.
Y
prometen: «Mañana será diferente.»
Pero
el mañana llega y también la pregunta que los paraliza: « ¿Y si todo sale
mal?»
Entonces
no hacen nada.
¡Ay
de los que nunca han sido vencidos! Tampoco serán vencedores en esta vida.”
Extracto de: “El manuscrito encontrado en
Accra.” Coelho, Paulo.
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